Alimentación en la infancia


La alimentación es crucial en todas las etapas de la vida de las personas. En la infancia, interviene en el crecimiento, desarrollo emocional, fisiológico y social, por lo que es imprescindible forjar hábitos saludables desde las primeras etapas de vida, ya que contribuyen a cubrir requerimientos nutricionales diarios.

En el caso de un niño con malnutrición, ya sea desnutrido o con exceso de peso, verá mellada su capacidad de crecer y desarrollo satisfactorio.

La malnutrición hace referencia a la deficiencia o exceso en la ingesta calórica y de nutrientes en una persona. En el caso de los niños, las formas clínicas severas por déficit calórico o proteico son el marasmo y kwashiorkor, respectivamente; mientras que la malnutrición por exceso incluye al sobrepeso y obesidad.

Según el Instituto Nacional de Salud (2020), el promedio de niños entre 6 a 35 meses con anemia es de 40.1%[1].

Ante esta problemática, la Lic. Lourdes Lazo, nutricionista de la USIL, precisa que lograr hábitos saludables que involucren una alimentación balanceada, variada y completa puede hacerse más sencilla cuando se encuentran entornos que la propicien. Esto es clave, por lo que los padres o cuidadores del infante se convierten en modelos y educadores ejemplares para aquellos que tengan a su cargo.

Con el objetivo de prevenir la malnutrición en los niños brindamos las siguientes recomendaciones para que una alimentación saludable sea:

  • Variada: ofrecer la mayor diversidad posible de alimentos al niño desde los primeros años de vida y permitirle el contacto con los alimentos para que se familiarice con ellos.
  • Equilibrada: distribuir los alimentos a lo largo del día para que el organismo reciba los nutrientes que necesita diariamente.
  • Nutritiva: ofrecer todos los grupos de alimentos (verduras, frutas, carnes, pescados, legumbres, grasas saludables) de tal manera que pueda identificarlos y escoger los que más le gusten.
  • Apetecible: cocinar los alimentos de diversas maneras y presentarlos de forma atractiva, colorida, etc. para que llame más la atención del niño.
  • Divertida: involucre a los niños en las compras, preparación de los alimentos, servido, etc. Puede convertirse en una oportunidad para que desarrollen hábitos saludables.
  • Educativa: enseñar la importancia de los alimentos, para qué sirven, funciones que cumplen en el organismo, cuánto se necesita, y que ello sea constante.
  • Ordenada: respetar los horarios de las comidas, promoviendo su consumo en familia en un ambiente tranquilo.

Establecer hábitos saludables contribuye al mantenimiento de la salud, previniendo enfermedades a causa de la falta o el exceso de nutrientes y calorías provenientes de los alimentos, además de las enfermedades del tipo crónicas que pueden desencadenarse a lo largo de los años.

Educar a este grupo etario es más factible a diferencia de un adulto que ya presenta hábitos instaurados. Aprovechemos esta edad para inculcarles hábitos saludables con nuestro propio ejemplo.


[1] Instituto Nacional de Salud – INS. (2020). Disponible en: https://anemia.ins.gob.pe/situacion-actual-de-la-anemia-c1