Grasas y azúcares en exceso desequilibran la microbiota intestinal


La alimentación saludable ha cobrado un rol de suma importancia en el tratamiento y prevención de enfermedades crónicas como la obesidad, hipertensión arterial y diabetes tipo II. Hablar de ellas involucra conceptos de gran envergadura como el de la microbiota intestinal, que se ha convertido en un tema de investigación profunda por su vínculo con la dieta y la salud metabólica del paciente.

Varios estudios realizados en los últimos años han reconocido que la microbiota intestinal tiene una estrecha relación con la regulación de nuestro equilibrio inmunológico y nuestro metabolismo.

La microbiota intestinal incluye bacterias, hongos, parásitos y virus que habitan en el interior de los seres humanos. La mayoría de ellos están en el intestino y son muy beneficiosos, ya que se encargan de descomponer los alimentos y contribuyen a la síntesis de las vitaminas, así como a potenciar nuestro sistema inmune.

Si este equilibrio del ecosistema sufre alteraciones por causa de alguna enfermedad, el consumo de antibióticos o una alimentación poco saludable, pueden desencadenarse problemas de salud con mayor severidad.

Vivian Geller, docente de la carrera de Nutrición y Dietética de la USIL, indica que recientes estudios llevados a cabo en ratones de laboratorio, que fueron alimentados con dietas muy ricas en azúcares y grasas saturadas desde que eran jóvenes, han demostrado una disminución significativa de la cantidad y diversidad de las bacterias intestinales (microbiota intestinal).

Con estos resultados, el autor afirma que una dieta rica en grasas saturadas y azúcares durante la infancia tiene un impacto muy negativo en la salud a futuro, llegando a alterar la flora intestinal y este desequilibrio se mantiene, inclusive, en la edad adulta, aun si enmiendan sus hábitos alimentarios y empiezan a alimentarse de manera más saludable[1].

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, tanto en la alimentación de niños y adultos, los “azúcares simples” no deben representar más del 10% de la ingesta energética diaria[2]. Entre ellos encontramos a la glucosa, fructosa y sacarosa, presentes naturalmente en mieles, jarabes, jugos de frutas, azúcar de mesa y también como ingredientes de muchos alimentos procesados.

Debemos tener un especial cuidado en dotar nuestra alimentación de un equilibrio nutricional que integre la presencia de todos los grupos de nutrientes en cantidades adecuadas, garantizar una buena hidratación y no dejar de lado la compensación que nos genera la práctica del ejercicio físico. Solo de esa manera lograremos vivir en equilibrio nutricional y manteniendo un estilo de vida saludable.


[1] Revista Cubana de Pediatría (2020). Microbiota intestinal y obesidad en la infancia. https://bit.ly/3g8zhP5. Recuperado el 28/05/2021, a las 3:30 p.m. 

[2] Organización Mundial de la Salud (‎2015)‎. Directriz: ingesta de azúcares para adultos y niños. https://bit.ly/3uqHUcR. Recuperado el 28/05/2021, a las 3:50 p.m.