Risa vs. cáncer: cuando el humor fortalece

El cáncer, una enfermedad que debilita tanto la fuerza como la resistencia de quienes lo padecen, encuentra en el humor un recurso vital para su combate. Más allá del simple acto de reírse, el humor se convierte en un refugio emocional, ayudando a los pacientes a soportar la dura batalla.  

La alegría y una actitud positiva se transforman en armas poderosas, proporcionando esperanza y permitiendo enfrentar la adversidad con valentía.  

Los beneficios del humor incluyen la reducción del estrés y la ansiedad, y, en general, una mejora en el bienestar de los pacientes. La capacidad de encontrar momentos de alegría en medio de la adversidad es un rasgo definitorio de alguien valiente. 

El humor terapéutico no solo alivia el estrés y mejora el estado de ánimo, sino que también fortalece el sistema inmunológico y fomenta una perspectiva positiva. Esto ayuda a los pacientes a concentrarse en lo que pueden controlar y disfrutar, en lugar de centrarse en aspectos negativos.  

Sin embargo, el uso del humor en el contexto oncológico debe manejarse con precaución y sensibilidad, considerando las peculiaridades de cada paciente. Es esencial respetar a la persona como individuo y no banalizar la enfermedad, respetar y cuidar siempre. 

En este contexto, la labor de los payasos de hospital ocupa un lugar muy especial. La capacidad de estos artistas para transmitir alegría, distracción y la risa a los pacientes oncológicos contribuye a generar un mayor bienestar emocional y una atmósfera más positiva en los hospitales, generalmente saturados de tensión.  

Su misión es muy valorada por profesionales de la salud y familiares, porque los payasos de hospital son lo más colorido y amable de un establecimiento de salud y suponen un rayo de luz en la oscuridad trágica que el cáncer propone.  

Estos artistas no solo provocan sonrisas y esperanza en los pacientes, sino que también actúan como catalizadores de emociones positivas y momentos de distracción en un contexto doloroso. Su labor va más allá de la comedia superficial: es un acto de amor y humanidad que nutre el alma y el espíritu de quienes atraviesan momentos difíciles. 

En Perú, los payasos de hospital no son una novedad. Hace más de 20 años, el payaso Timbo recorría con su triciclo los pasillos del Hospital del Niño, y la emblemática “Bola Roja” dio el impulso definitivo a esta actividad en el país. Cientos de personas, generalmente voluntarias, han dedicado tiempo, esfuerzo, preparación y, sobre todo, amor al servicio de la salud.  

Estos payasos estimulan a los pacientes, viendo en ellos la parte sana que quiere jugar, cantar y seguir siendo feliz. Cada paciente encuentra en la intervención humorística un espacio vital que les recuerda que siguen vivos y activos.  

Hoy, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) cuenta con un programa propio de payasos hospitalarios llamado SONRINEN. Dirigidos por una Unidad de Salud Mental, estos payasos contribuyen con el acompañamiento y, en ocasiones, terapia a través de su herramienta mágica: estar siempre con el corazón y la mente abiertos diciéndoles a cada paciente: “Estoy aquí para ti, porque eres importante para todos nosotros. Queremos que te pongas bien”. 

El humor se convierte en un poderoso aliado contra el cáncer. Apoyar programas de humor terapéutico y reconocer la importancia de la alegría en el tratamiento de la enfermedad puede hacer una diferencia significativa en la vida de los pacientes, brindándoles fortaleza, esperanza y una mejor calidad de vida. 

Hay mucho por aprender y emprender en este ámbito, y el humor terapéutico es un paso esencial en el camino hacia una mejor calidad de vida para los pacientes oncológicos.


Dr. Fernando Lamas Delgado

Docente de la carrera de Psicología de la Universidad San Ignacio de Loyola y psicooncólogo del INEN.