La actitud positiva y esperanzadora frente a una enfermedad

Mantener una actitud positiva hacia la enfermedad es una excelente actitud de enfrentamiento.

Cuidar nuestra salud emocional es muy importante, y mantener una actitud positiva es fundamental para la vida en general.

Es de esperarse que las personas diagnosticadas con una enfermedad se formen expectativas sobre la enfermedad y su recuperación, y la COVID-19 no es la excepción.

¿A qué nos referimos con “expectativas”?

A la esperanza o ilusión que experimenta una persona ante la posibilidad de poder lograr o conquistar un objetivo.

En este artículo te presentamos algunas recomendaciones para fortalecer tu actitud de afrontamiento:

  1. Mantener una actitud positiva y esperanzadora hacia la enfermedad. Quizá no resulte fácil iniciar el proceso de una enfermedad de forma positiva y esperanzadora, pero sí resulta necesario ir trabajando esta actitud a mediano plazo. Para ello, debemos reconocer que es natural que se origine una especie de negación frente a la enfermedad o dudas e inseguridades; sin embargo, es importante evitar establecer expectativas que entorpezcan los avances y el bienestar psicológico y emocional.
  2. Aplicar la técnica de expectativa realista. Empecemos por practicar cómo se formula una lista de expectativas frente a la enfermedad, procurando que se adecúen estrictamente a la realidad de los hechos. Si ya la tienes, evalúa su grado de realismo de 0 a 10, donde 0 es una expectativa nada realista frente a la enfermedad y 10 es una expectativa muy realista.
  3. Reconocer la actitud resiliente. Es importante mantener pensamientos positivos y realistas que favorezcan nuestra actitud optimista frente a una enfermedad. Tener COVID-19 no tiene necesariamente que convertirse en una experiencia traumática y abrumadora que marque a una persona de por vida, por el contrario, puede ser una oportunidad para trabajar la resiliencia; es decir, una oportunidad para sobreponernos ante lo que resulta adverso.
  4. Practicar hábitos para fortalecer la resiliencia:
  • Ser consciente de nuestras potencialidades y limitaciones.
  • Confiar en las capacidades que tenemos.
  • Asumir las dificultades como una oportunidad para un aprendizaje de vida.
  • Ver la vida con objetividad y con un prisma optimista.
  • Rodearse de personas que tienen una actitud positiva.
  • Mantener pensamientos positivos y realistas.
  • Ser flexible y adaptarse a los cambios.
  • Ser tenaz en nuestros propósitos de vida.
  • Afrontar la adversidad fortaleciendo nuestro ánimo.
  • Buscar la ayuda de los demás y el apoyo social.

Estos son algunos ejemplos de expectativas que no resultan ser positivas y una propuesta de cómo cambiarlas:

  • Si pienso: “¡Voy a curarme en dos días! ¡No necesito más!”. Debo pensar: “Soy fuerte y optimista, pero esta es una enfermedad infecciosa y contagiosa, por tal, seré paciente también y no me expondré ni expondré a mis seres queridos”.
  • Si pienso: “No me curaré nunca”. Debo pensar: “Sé que esta enfermedad a veces se complica, sin embargo, estoy siguiendo todas las recomendaciones médicas”.
  • Si pienso: “Seguro que mi estado de salud empeorará rápidamente”. Debo pensar: “¡Pondré todo de mi parte para recuperarme! Eso significa cumplir con el cuidado respectivo y las indicaciones médicas".
  • Si pienso: “Tardaré más en curarme que el resto de las personas”. Debo pensar: “Cada organismo responde diferente, así que me preparo, me cuido y cumplo con mi tratamiento para mi recuperación.”

Recuerda: la resiliencia es la solemne e increíble capacidad que nos permite a las personas sobreponernos a la adversidad, incluso creyendo que enfrentamos lo peor y que no tenemos fuerzas, pero frente a la cual te das la oportunidad de poner en práctica conductas positivas ante el estrés, las amenazas o alguna situación por muy difícil que sea.

Esperamos que estos consejos te sean de mucha ayuda.