¿Por qué nos importa tanto el qué dirán?

Querer causar una buena impresión en el trabajo, en la universidad, con la familia, con el grupo de amigos o en cualquier otro escenario puede parecer un comportamiento dentro de lo esperado y normal. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la persona comienza a actuar de una manera opuesta a lo que realmente piensa o siente, solo con la finalidad de encajar, de ser reconocido? ¿Es acaso esto algo justificable?

A lo largo de la historia, nosotros como seres humanos hemos tenido que aprender a relacionarnos con los demás miembros de nuestra especie. Esto no solo nos ha permitido enfrentar y sobrevivir con éxito las diversas amenazas a las que nos enfrentábamos día a día, sino también a prosperar y evolucionar.

Hemos heredado de nuestros ancestros no solo nuestra capacidad para relacionarnos con los demás, sino también el temor a ser excluidos. Un temor que hasta cierto punto es justificado, ya que, en esas épocas, no ser aceptado por el grupo significaba posiblemente una sentencia de muerte.

Esta necesidad de aceptación se puede ver reflejada en nuestra infancia, en el anhelo que tenemos como niños/as por la aprobación y el afecto de nuestros padres o figuras de autoridad. Con el paso del tiempo, esto se transforma en una necesidad de pertenencia al grupo, ya que este nos brinda una sensación de seguridad y contribuye a la formación de nuestra identidad, pues nos brinda un marco de referencia para entender quiénes somos.

Por ello, la sola idea de que podamos ser juzgados puede tener un impacto en nuestra autoestima y bienestar emocional, llevándonos en muchos casos a experimentar sentimientos de ansiedad cuando interpretamos que nos están marginando.

Hoy en día, en la era digital en la que nos encontramos, la preocupación por el qué dirán pareciera haber alcanzado nuevos niveles. Las redes sociales se han convertido en un espacio donde la validación se mide a través de likes y comentarios, intensificando la presión social.

Los “me gusta”, los comentarios y las interacciones virtuales se han vuelto equivalentes modernos de la aceptación y la validación que ancestralmente se obtenían en la vida comunitaria; convirtiendo a la imagen pública en la nueva moneda de intercambio social, llevando a muchas personas a filtrar y perfeccionar sus vidas online para obtener aprobación, en detrimento de su propia sensación de bienestar.

Lamentablemente, traicionar nuestra identidad para encajar en un grupo tiene costos significativos para la salud mental. La desconexión con nuestra verdadera esencia puede conducir a la ansiedad, la depresión y una sensación persistente de insatisfacción. A medida que sacrificamos nuestra autenticidad en aras de la aceptación social, perdemos la oportunidad de vivir vidas plenas y significativas. La aceptación de uno mismo y la autenticidad son fundamentales para el bienestar emocional y la construcción de relaciones saludables.

Por eso, a continuación, te brindamos recomendaciones para afrontar el temor al qué dirán a la par que trabajamos sobre nuestra autoconfianza:

  • Cultiva la aceptación: Reconocer que la perfección es inalcanzable y que todos cometemos errores puede aliviar la presión autoimpuesta. Practica la autocompasión y trata a tu propio ser con la misma amabilidad que brindarías a un amigo en situaciones difíciles.
  • Define tus valores y prioridades: Establece tus propios valores y metas en lugar de basar tu valía en la aprobación externa. Conéctate con lo que es importante para ti y trabaja hacia esos objetivos
  • Busca apoyo social positivo: Rodéate de personas que te apoyen y valoren por quién eres. Construir relaciones saludables y auténticas puede contrarrestar el impacto negativo de las críticas.
  • Establece límites saludables: Aprender a decir no cuando sea necesario y establecer límites claros es esencial para preservar tu bienestar emocional. No tienes la obligación de complacer a todos, y reconocer tus propios límites es una muestra de respeto hacia ti mismo.